martes, 26 de enero de 2010

Metáfora de lo posible I

                                                            "No son inútiles la verdad y la ternura"     José Martí

Tardé en llegar, lo sé. Siempre hay alguna urgencia. ¡Transcurre el tiempo, vuela la vida! Pero llegué y aquí les cuento. El viernes en la noche, a mi regreso de Georgia, al salir del aeropuerto de camino a Facio a disfrutar de una pizza con Rosin, Saraí, Carlitos, Gysenia y Briggie llamé a mi hermano Otho Rosa y luego al amigo José (el Pepe) Bas. A Otho me unen años de afectos y complicidades, amigos mutuos, la música, la poesía, la literatura, la militancia política, los años de trabajo en el Senado, su familia que es la mía. Y en otro tiempo y lugares… la bohemia, tabaco, güisqui y un piano cualquiera, donde fuera. Mi amistad con el Pepe es reciente, ha ido fortaleciéndose con el trato. Es un hombre muy serio, un ser humano sensible, probado militante independentista. Y estoy seguro será de esos amigos para toda la vida. Con alguna frecuencia nos complace reunirnos delante de una o varias tazas de café, o vino tinto él y yo jugo de arándanos, a charlar sobre lo que va o no apareciendo en los diarios, blogs que solemos leer, ocurrencias e ideas, de política… lo cotidiano. Ayer nos reunimos el Pepe y yo a hablar del viaje a Georgia y ponerme al día. Surgió en la conversación el nombre del amigo Luis N. Rivera Pagán por mi referencia a él en We Shall Overcome, mi anterior puesta en el blog, Martin Luther King, Jr: Una memoria entre Praga y San Juan. Hablábamos de cuando conocí a Luis en Río Piedras (a principios de la década del 70), de la graduación de el Pepe (Ingeniero Eléctrico) del Colegio de Mayagüez (CAAM-RUM), precisamente en 1971, y de la reciente determinación sobre estatus de la Junta de Gobierno del Partido Popular, cuando recibí una llamada de Otho para decirme que el viernes en la noche pasará por mi para ir a la presentación de Escribir lo Divino (una fe que busca entendimiento), libro que recoge las intervenciones en el Primer Simposio Bienal Gamaliel Ortiz Nieves 2009: Una iglesia que lee, estudia y escribe. Y también decirme que la presentación, en la Iglesia Central Discípulos de Cristo en Bayamón, estaría a cargo del profesor Emérito de Teología Ecuménica, Seminario Teológico de Princeton: nuestro amigo, Luis N. Rivera Pagán. Enterado de cómo y dónde conocí a Luis, el Pepe me comenta de la influencia de aquella época en el rumbo que él habría de tomar en lo político. Pienso que al volver la vista atrás podemos ver el gran trecho recorrido, enfrentando en ocasiones grandes derrotas (antes y después de aquella época), cosechando en otras grandes triunfos. El paso del tiempo lo impregna todo. Y si bien es cierto que eran otros tiempos, no es menos cierto que por aquellos años también me llamaba Tomás Luis Vargas Morales, el hijo de Santa y Tomás, el nieto de Pablo, el nieto de doña Yita, el sobrino de Millo el político, el preferido de la tía Moncha… el mozalbete que corría las calles (al decir de algunos) en la peor compañía posible… al que los independentistas dieron la mano…, el mismo que (parafraseando a Neruda) decidió unirse a un ejército de hombres y mujeres valerosos que a trechos podrá equivocarse pero que día tras día camina sin descanso. ¡Cuatro décadas! El camino emprendido entonces invita a ver en la combinación de factores y circunstancias presentes hoy la oportunidad de lograr el que otros se nos unan a transitarlo y el que ese caminar juntos ofrezca los resultados objetivos y precisos que buscamos. Sobre este camino y sus caminantes quisiera conversar...


Luis Avalo (de pie), Benjamín Pérez, Dan Balderston,
Félix Rodríguez, Rubén Berríos Martínez
y Luis N. Rivera Pagán


1971. Llama mi atención el quehacer político ese año, uno de los momentos de mayores logros en el movimiento independentista puertorriqueño: metáfora de lo posible hoy. La madrugada del 18 de enero, en apoyo a la lucha del pueblo de Culebra, con la intención de impedir el inicio de las Maniobras Springboard, militantes independentistas, pacifistas cuáqueros y culebrenses invadieron la zona restringida por la marina de guerra de los Estados Unidos en la playa Flamenco. El grupo, dirigido por un joven abogado de treinta y un años, Rubén Berríos (quien había anunciado previamente esta acción directa, militante, pacífica: un acto de desobediencia civil), construyó una capilla “en las mismas narices” de los marinos y la policía de Puerto Rico. El viernes 22 de enero fueron arrestados por alguaciles federales y transportados en helicóptero a San Juan. Y el 18 de febrero fueron condenados por el Juez Federal José V. Toledo a tres meses en prisión. Del tribunal federal fueron llevados al Oso Blanco a cumplir su sentencia: Rubén Berríos Martínez, Luis N. Rivera Pagán, Flores Soto, Luis Avalo, Claro Feliciano, Felix F. Rodríguez, Víctor Ayala, Hiram Lozada, Humberto Tapia, Luis Alonso, Dan Baldeston, Benjamín Pérez y Perfecto Santiago. “Violar la ley del imperio es cumplir la ley de la Patria” se convirtió así en consigna de un pueblo en lucha.

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