viernes, 6 de noviembre de 2009

¿Tienen collares de perlas?

Desconocido, si al pasar me encuentras y deseas hablarme, ¿porqué no habrías de hacerlo? ¿Y porqué no habría de hablarte yo? -- Walt Whitman

Por años mi día normal consistió en desembarazarme, ponerme en pie y tras un primer cigarrillo acompañando el café, el suculento desayuno. Y en mirada a vuelo a las notas de los diarios ponerme al tanto mientras engullía aquellos huevos fritos (Me acuerdo que Papito, abuelo Pablo, le decía a Tita cuando me quedaba en su casa de Reparto Metropolitano: la ñema blandita es la del nene), tocineta y rebanadas de pan tostado untadas en mermelada de fresa, mangó o guayaba. Las notas periodísticas se me hacían releídas ya que por toda variedad sólo incluían cambio de protagonista, lugar y hora de los hechos. La cubierta principal o portada, limitada a escándalos políticos que rayaban lo farandulero, prevaricación, crímenes relacionados con el narcotráfico o pasionales, al parecer todavía no bajamos del árbol por completo. Crónica triste de una sociedad enferma, ajustes de cuenta a tutiplén por iniciativa propia, sin encomendarse ni esperar juicio ni de Dios ni nadie; gente que va por ahí como Alexis en novela de Vallejo: “¡Y no se muevan, hijueputas, ni vayan a mirar porque los mato! En esto de los finaos, expresión de tiempo de nuestros viejos del barrio al referirse a los muertos, mientras lo estimulara el morbo la insensibilidad hacia su agosto, prevalecía en fotos y reportajes el énfasis en el llanto desconsolado de viudas, madres, hijos, amén de amigos y vecinos clamando por justicia. Notas y artículos de opinión, de análisis serio sobre la responsabilidad, tanto ciudadana como gubernamental en este u otro asunto, si alguno: que acompañaran las esquelas que solitas se veían feas. Digo, ello si el repartidor en lugar de intentar encestar desde su transporte en marcha -que variaba por días: lunes y miércoles en la bici rosita de su hermana, los martes y jueves en el descapotable azul de su padrastro y viernes, sábados y domingos, muy de seguido por cierto, en su temible patineta con la carita del diablito rojo- prefirió ese día caminar unos pasos y colocar el ejemplar impreso del periódico al que estaba yo suscrito, a resguardo de la meada o seguro destrozo a mordidas del perro del vecino (me refiero al cuadrúpedo, el bípedo todavía no muerde pero gruñe). Ni abundar en la lluvia, particularmente para esta época. Han cambiado algunas cosas, aunque las noticias parecen ser la misma vieja grabación de vez en cuando las escucho en la radio al amanecer.

A excepción del café, hoy me salté todo eso. Me levanté muy de madrugada, a las tres y treinta. Ni asomo de luz de amanecer. Sólo voces de una vecindad que duerme, silencios. Di un vistazo a mis blogs preferidos, deshojé como pétalos de flor Hojas de hierba, de Whitman una vez más. Luego retomé la escritura de mi próxima novela… De ello les hablaré uno de estos días. Te preguntarás ¿a que viene tanto detalle, Tomás?

…Porque el recordar y abundar en detalles es de los pocos lujos que todavía puedo darme. Sinceramente, me asusta el desmemoriarme. Hace algunos meses fui con un amigo que hace años me hizo su hermano a ver al viejo predicador de El lugar de los misterios. La esencia de lo que fue se dibujaba en la imagen física que tengo de él, pero ya no es. Esa noche lloré. Yo aún recuerdo el nombre de la mujer que amo, el de cada uno de mis hijos, mis queridos nietos, hermanos, familia y los de entrañables amigos. Y de dónde vengo… recién descubriendo quién soy.
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Vídeo primero:
Y tu quien eres


De fondo:
BSO ¿Y tu quién eres? - Diego el Cigala

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