“Yo, como barbero, tengo acceso a todas las casas, con mi guitarra, peine y tijeras”.
Fígaro (en la ópera El Barbero de Sevilla de Gioacchino Rossini)
“La salsa es música clásica, con el detalle que los ritmos de la salsa son más difíciles”.
Lucas Obed Rosa Centeno (pianista)
Llegó el día de mi corte de pelo y me encuentro en la barbería, al final del pasillo en un centro comercial en Caparra. El poste tricolor en la pared, encendido girando cual tirabuzón, señala abierto el local. El lugar conserva el aspecto de las peluquerías de antaño. Frente a cada silla giratoria con respaldo en cuero y palanca lateral elevadora, el lavabo y espejo empotrados en un mueble donde se confunden -entre toallitas, rollo de papel, el paño que se amarra alrededor del cuello para proteger la vestimenta del cliente, cepillos, la máquina de rasurar, peines, máquina sopladora (blower), navajas desechables, peinillas y tijeras sumergidas en el desinfectante líquido azul verdoso- frascos y olores a fijador, talco, colonia y crema mentolada. Casi todo lo que habría que saber sobre los orígenes de la profesión lo saben estos barberos, de alguna forma este mundo les pertenece. A René, mi barbero, lo he escuchado argumentar, más bien exhibir con orgullo, su conocimiento de como en Atenas la popularidad del rizado en el cabello dio lugar a la aparición de los primeros peluqueros; y que los barberos griegos convirtieron el rasurado de barbas en un arte, y que mientras el barbero trabajaba en la acicalada, poetas, filósofos y estadistas comentaban con él -y entre ellos- el acontecer político, social y deportivo de la época. No abundaré en los debates, aquí presenciados, sobre el aporte de egipcios y romanos a la profesión. Si mencionaré haber leído, alentado por la curiosidad, que, Ticinius Mena, acompañado de unos barberos de Sicilia, introdujo en la Roma del 296 AC el concepto de afeitado. Y el concluir que el Tonsor romano fue lo más parecido a nuestro barbero clásico de hoy, experto en corte de cabello, afeitada y arreglo de bigote o barba. Y la Ornatrix romana (mezcla de peluquera, esteticista y asesora de imagen), la estilista actual experta en tintes, arreglo de cejas, corte de pelo y peinado. ¿Qué separa la barbería tradicional del salón de estilismo moderno? ¿Por qué prefiero esta barbería? Es obvio. Es ese ambiente de la barbería de siempre, complemento entre local, barbero, clientela y la habitual plática sobre todo, más allá de modismos. Es ese algo más… La barbería es calle, calle… Calle. Y es noticia en la mejor tradición oral, sea esta catalogada por unos de chisme o “bochinche” u opinión generalizada, o tomada por otros como información descriptiva y veraz de algún suceso. Creo conveniente apuntar que “extendida al clareo, cada pieza de ropa cuenta una historia”.*
Ésta barbería tiene su peculiaridad: la chispa y buen humor de cuatro barberos que han hecho de cada jornada laboral velada a disfrutar, del ver surgir la alegría en el ánimo de algún cliente aburrido, apesadumbrado o melancólico, una conquista preciosa. Es jueves en la tarde. Sólo estamos dos clientes. Y por supuesto: René, Juaco “el Colorao”, el viejo William y el negro Cachón. No llevo prisa, afuera diluvia y Cachón me ha traído café caliente del negocio de enfrente. El otro cliente se recorta con el viejo, un espigado joven de la academia de baile aledaña a la barbería que compite el domingo en la final del Puerto Rico Salsa Congress, vino por un corte de pelo clásico, cerquillo y patillas. O sea, que es tema obligado los orígenes de la salsa y sus ritmos. Así que hoy hablamos de los músicos latinos en Nueva York, el este de Harlem, Brooklyn, lo afro-antillano, la música cubana y puertorriqueña, las grandes bandas, Machito, Tito Rodríguez, Puente, la influencia del jazz, la charanga, pachanga, la música de Pacheco, Barretto, Palmieri, Willie Colón y el surgir del sello Fania en los 70. Para remate, resulta que mi barbero y Juaco son músicos. Y al fondo, a la izquierda en el recibidor de esta barbería, verán siempre un piano, bajo y guitarra. Ambos han tocado en orquestas y conjuntos. Y componen. Aunque hoy, luego de haber hecho de las suyas, con sinceridad y orgullo afirmen tocar sólo para su Señor… Claro, cuando ha ellos les da por explicarlo la cosa queda de lo más mística. William no es músico ni evangélico pero si la enciclopedia musical del son. Y la música la lleva por dentro… y por fuera. Si recuerdan a Martín Quiñones han visto al negro Cachón. Lleva gafas oscuras, mide poco más de seis pies de estatura, pesa trescientas libras… sólidas. Y no es cristiano.
La cosa no se queda ahí. De pronto, Rene desliza sus dedos sobre el teclado haciendo brotar de cincuenta y dos blancas y treinta y seis negras las notas de un viejo son. Juaco le acompaña al bajo. Y con golpes de navaja sobre el metal de su silla Cachón marca la clave. William, el octogenario barbero, aunque aparenta mucho menos, de pie tras su sillón, tijera en mano corta el pelo al joven cliente al tiempo que vocaliza, al compás de aquellas notas, la letra del viejo son: Veinte años, en mi término, / me encontraba paralítico/ Y me dijo un hombre místico/ que me extirpara el trigémino. / ¡Ay!, bota la muleta y el bastón/ Y podrás bailar el son.
Si el Barbero de Sevilla, comedia en prosa de Beaumarchais, inmortalizó el personaje Fígaro y sirvió de tema a numerosas óperas (entre éstas las de Mozart, Rossini y Paisiello), tardes como la de hoy sirven de tema a las historias que contamos los clientes de esta barbería… y sus barberos. Yo seguiré oyendo la música cuando lo vuelva a contar. Y tú, ¿La oyes? Mientras, ocho sillas esperan por la clientela en el espacio que sirve de recibidor… y cuatro barberos clásicos con salsa en los corazones.
* El Lápiz del carpintero, Manuel Rivas, Octava edición/abril 2002
Beethovens 5th as Salsa
Salsa, Yuri Buenaventura
El amigo Frontera, asiduo lector de este blog me envia por email el siguiente comentario.
ResponderEliminarAmigo: Estoy tratando de escribir un comentario a tu última garza - la de la salsa - pero no puedo completar el procedimiento cuando llego a tener que indicar si estoy en AIM etc. Como bien tú sabes yo en estas cosas soy como Planchardón Quiñones o sea más viejo que Cefo Conde y Millito Navarro juntos.
Aquí te envío mis comentarios:Richie Ray descubrió ese secreto mal guardado en su Sonido bestial hace 40 años. Jerry Rivera en un momento propuso una salsa barroca. Pero hace casi 40 años Tite Curet Alonso compuso una Fuga para Trombones y Percusión titulada: Periódico de Ayer. Y como un trombón retumba todavía la voz de Juancho Agostini cuando nos convocaba en las calles del Viejo San Juan durante el entierro de don Gilberto Concepción de Gracia anunciando el verso:"La Palabra es:... Libertad." Mientras Lolita Lebrón despliega la bandera de la patria desde las cumbres del Infinito. Salud.