Pedro Casaldáliga
Navidad. La época evoca en cada quién emociones diversas. Y convoca fiestas. Yo, en mi breve ausencia he compartido con buenos amigos, de los que la vida brinda y el tiempo cultiva. Esa amistad que no se busca, surge, se encuentra. Espero que cada uno de ustedes lo logre con los suyos. Gracias mil por compartir conmigo su tiempo de lectura. ¡Felices fiestas decembrinas! Y ya que estoy hablando de fiestas, los Vargas volvieron a reunirse. Allá en el Espino, por tierras añasqueñas. Y por ende los Gerena, los Morales, los González, los Estévez, los Hernández, los Pérez… los que se me quedan… En fin, los casados o emparentados con algún Vargas, Morales, Gerena, González, Estévez, Hernández, Pérez, los que se me quedan y sus descendientes directos o por alguna carambola. La fiesta es costumbre desde el 2006 por iniciativa de mi prima Nelly y la ayuda del tío Millo y el comité de festejo creado por ambos. Primos, tíos, cuñados, nietos, sobrinos, parientes y dolientes…y uno que otro “pendiente” (tras las nalgas o el brazo y abrazo o el cuerpo entero, aunque a pedazos se disfruta) de algún familiar, recordaron travesuras, momentos felices (y los no tanto) y también a los ausentes, presentes por siempre. Esta vez no pude llegar, aunque se encargaron de que estuviera presente de alguna manera. Me contaron del lechón a la varita, la música, el rumbón de plenas, los chistes, los invitados… y una que otra indiscreción. Claro, si hay cómplices uno siempre se acaba enterando. La asistencia rondaba el centenar. Y disfrutaron de lo lindo. Por supuesto, estas reuniones hace años se llevaban a cabo el veinticinco y año nuevo, en la mañana con los Morales en casa de Mamá, y en las tardes en casa de Papito y Tita con los Vargas. Luego… la partida. Con los años se fue debilitando el amarre ante la ausencia de sus voces. Hoy, de algún modo la melancolía los trae nuevamente a mi. Los convoca una fiesta de recuerdos. No puedo negar que muy a menudo los siento vivos cuando deberían llevar muertos tantos años. No creo necesario advertirles de la locura que habita en este escritor. Han aparecido silenciosamente a mi lado en un mundo creado por la palabra, sensación de realidad en blanco y negro acompañada de fantasmas. Es que no he querido dejarlos ir, cosa que ni me duele ni pesa confesar. Aún comparto confidencias sin tener en cuenta lo que nos separa físicamente. Porque los abuelos empujaban al sol, finalmente lo obligaban a salir. Forzaban el día tras día. Y de tanto madrugar amanecía más temprano. Con la confianza total en lo dicho por ellos así lo creía. ¿Por qué no? Sobre todo si eran de lo que yo más quería. Así que en lugar de dudas tenía certezas. Será por ello que por estos días se me hacen tan necesarios como el aire que respiro. Necesarias sus mentiras, necesarias sus verdades, el abrazo festivo a mi llegada y el regaño por no llegar antes. Y es que todo en ellos era tan hermosamente contradictorio, eran de aquella “la generación del alcohol y la experiencia”, diría Rioyo. Se llevaron las sonrisas mejores de mi ingenuidad, acompañaron mis soledades, me enseñaron a observar con detenimiento el vuelo de la garza, estuvieron ahí para mí. No imaginan la alegría de este nieto al imaginarlos tan míos. Y son relevantes para mí sus detalles para conmigo, aquellas pequeñas cosas. Existió entre nosotros mucha complicidad, Papito y Tita de un lado y Mamá del otro. Siempre un catre esperando, que con la abuela se abría en la sala, con el abuelo y Tita en un cuartito. Y en ambos tenía mis colchas y mis almohadas. Y tuve mis cigarrillos y café, y largas conversaciones, y hubo cuentos… Y hubo historias. El abuelo conocía del Arcipreste de Hita y de José Angel Buesa (Con la simple palabra de hablar todos los días,/ que es tan noble que nunca llegará a ser vulgar,/ voy diciendo estas cosas que casi no son mías,/ así como las playas casi no son del mar.), de republicanos y haciendas, de socialistas y nacionalistas, sembradíos de caña, liberales y unionistas. Sabía de Muñoz…pero más de García Méndez y los Ramírez de Arellano, de Nueva York y otros caminos… de amores habidos y los que no se lograron. Tita sabía del grito de los esclavos y de romper cadenas, sabía de espíritus, de fiestas de cruz, de rosarios cantaos y de bomba y plena, de fritangas de la más variada exquisitez… y de amor incondicional. Mamá, de viudez temprana, de hijos, de almudes y leña a cuestas, de Dios y sus promesas, de misas de domingo y misas de gallo, de velas a los santos… De mascaura de tabaco, humo de cigarrillos, café prieto colao y oraciones a sus muertos. Eran mis héroes. ¡Sabían tanto de esas cosas que no se pueden adoptar como pose! Y lo verdaderamente grandioso, en realidad extraordinario, es que no hubo que pagar la cordialidad… ni el amor ni el afecto. El cariño fue gratis.
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Vídeo de fondo:
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Fiesta - Joan Manuel Serrat
Estimado Tomás los argentinos nos jactamos de haber "descubierto" a Joan Manuel Serrat antes que el resto del mundo -incluida la mismísima España- lo hiciera. Adoradores fanáticos del "Nano", como nosotros lo llamamos, nos avisamos de boca en boca, antes de que lleguen los anuncios de que el "catalán" estará entre nosotros: "¿Ché, sabés que el Nano viene en Febrero?" decimos por ejemplo. Lo hemos condenado a nuestro amor, mas que adorarlo hemos "tomado posesión de él" desde que lo conocimos. Nos ha acompañado generacionalmente en todos los momentos personales, históricos y sociales de nuestra vida. Y luego, con los años, le hemos llevado como tributo el fanatismo admirado de nuestros propios hijos que lo admiran. Este es uno de los primeros temas con los que nos ha "despertado los sentidos del alma". Desde entonces debe repetir "bises" una y otra y otra vez duplicando el horario de sus recitales, para que lo dejemos finalmente ir plagado de amor. De modo que con gusto aceptamos "prestarles" al querido Nano por un rato... solo por un rato, ¡no más!:-)
ResponderEliminarAbrazOs Helvia
Querida Helvia, al catalán-argentino, al Nano, lo adoptamos también en tierra puertorriqueña la juventud rebelde de los setenta, pero lo sé más argentino, lo ha confesado en más de una ocasión. Gracias por el préstamo.Y bienvenida a este vuelo, amiga.
ResponderEliminarLos abuelos son el recuerdo mayor de esta Familia que se reune, no como tributo ,si no como fiesta a sus vidas que nos enseñaron tanto.Como dices los ausentes no son ausentes sino los que no pudieron llegar siempre son recordados, aún los que han marchado a mejores lugares porque no han vuelto. En esta fiesta en particilar puedo contar mucho me la disfruté hasta el final y un poco más.Creo que un regalo de Navidad.Espero verte en la próxima y podamos compartir alegrias y cosas mejores Hermano, Gracias por escribir, Acuerdate como dices se te quiere de GRATIS.
ResponderEliminarHermano,no tendría con que pagar, si es que tuviera precio, el cariño de esta nuestra familia. Felices fiestas.
ResponderEliminarTomás: Te envié un comentario (larguísimo!!!) hace unos minutos, y para mi frustración el "blog" me respondió que no podía publicarlo.
ResponderEliminarDe todos modos, un abrazo.
Edwin
Gracias Edwin. Para mi es un honor el contarte como uno de mis lectores. Me interesa saber que escribiste, envialo resumido o a mi correo personal. Felices fiestas a ti, Elisa y tus hijos.
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