Otho y yo habíamos quedado en vernos a las cinco y treinta para cenar antes de ir a escuchar al amigo Dennis Márquez en su charla sobre el Caso de las Carpetas. Vino apenas se ocultó un sol a todas luces agotado, eran ya las siete y quince. Debo aclarar: agotado el sol, no Otho. Tengo la impresión que lo suyo se debe a las tantas noches perdidas en los casinos, y por ende, las obligadas largas horas en viajes de regreso para luego, haciendo de tripas corazón, intentar cumplir con las responsabilidades propias del matrimonio... Y otras exigencias: bañar y dar de comer a Anubis, sacar el bote de basura, cambiar bombillas fundidas, lavar los baños, desvelos por causa de una gota impertinente… Porque pensándolo bien, apenas me lleva unos años y no creo sea culpa de la edad su caminar cansino, su hablar pausado, sus lentos ademanes, su calva más que incipiente, quejas y dolamas, en fin esas cosas de viejo que le adornan. Ya en el auto, sin intención de invitarme a comer un carajo enfiló en ruta al Comité del Partido Independentista Puertorriqueño en Puerto Nuevo, donde sería la charla. Como nuestra pasión -amén de estos halagos y la lucha por la independencia patria- es la palabra escrita, nos dividimos asuntos: él remojaba ideas sobre el simulacro de tsunami, desastres o síndromes de negación, y yo sobre escribir algo de lo que estaba por escuchar. Y llegamos a las inmediaciones del Comité. Luego de varias vueltas encontramos al fin estacionamiento. Al ver tantos automóviles comenzaron las elucubraciones: debe estar reunido hoy medio mundo en Puerto Nuevo, nos rodean la UPAGRA, la Hermandad de Empleados de la UPR, el NMINH, tres restaurantes, un CDT, dos colegios, una casa de masajes... Según nos fuimos acercando vimos el Comité del PIP lleno a capacidad. Así que no intentaré enlazar con palabras nuestra alegría de mil poemas. Nos abrimos paso al interior, la charla había comenzado. Muchos jóvenes y decenas de veteranos militantes independentistas escuchaban. Mientras Dennis hablaba yo admiraba aquellos hombres y mujeres contra quienes no pudo ni el carpeteo, amenazas ni otras persecuciones, las lluvias ni las sequías, ni el tambalear de la armonía en sus familias y trabajos, ni el fin de proyectos, ni desastres electorales... ¡Y el ver aquellos jóvenes con el entusiasmo de quienes apuestan a la esperanza...!
Horas más tarde al regresar a la habitualidad de la mesa en el traspatio vino a mi memoria -de entre tantos otros- aquel día en el Espino, en casa de mis tíos. Y escribo lo siguiente:
La tarde en que compartíamos historias se metió en mi nariz el aroma del café y sobre una alfombra de hojas de panapén, aguacate y naranjo, entre hileras de hibiscos, rosas y vergüenzas vi acercarse a la tía, que si mal no recuerdo vestía una bata gris claro estampada en flores rojas y azules. Me dijo: “aquí tienes tu cafecito prieto, Luisito”. Y aprovechando que el tío Millo fue por unos documentos que interesaba mostrarme nos quedamos conversando allí en el patio. Hablamos de la familia, el vecindario, las cosas que habían cambiado... Reímos, ¡cuánto nos reímos! He de reconocer que su espontánea sonrisa es siempre motivo de fiesta en mí, la complicidad nos viene de los primeros recuerdos de mi infancia. Y no he de olvidar que por unos meses, en mi adolescencia temprana, viví aquí en esta casa: ella, el tío Millo y los primos que fueron mis hermanos de a diario. El bullicio de estudiantes en el intercambio de clases del plantel vecino me llevó unos instantes a mis correrías por aquellos mismos salones y pasillos; mis dibujos en sus paredes, precursores de los graffitis que la adornan hoy, mis amores de verano, la niña de la Cuchilla que me gustó tanto..., la de Ovejas...; los amagos de violencia y los encontronazos entre “gangas de escolares” en aquel nuestro barrio de entonces. Pasados los minutos regresó el tío mientras ella iba de vuelta a la cocina. Recuperamos las interrogantes y especulaciones congeladas en el aire, dejadas hacía unos instantes tras la llegada de la tía Moncha con el café. La conversación giraba, claro está, en torno a la política, tema que a ambos apasiona tocar en cada encuentro. De entre el amasijo de papeles y viejas revistas en la caja que traía en sus manos extrajo la Carpeta que le confeccionó la División de Inteligencia de la Policía de Puerto Rico. Hablando de su carpeta y la mía aproveché el momento para decirle que en mi carpeta hay escrita una descripción de esta casa. El texto en ese folio comienza: Caso: Tomás Luis Vargas Morales/ Raza: negra/ Color: trigueño/ Ojos: negros/ Pelo: negro grifo/ Estatura: alrededor de 67”/ Peso: aproximadamente 130 lbs. Descripción de la residencia en que se encuentra: Parcela del Bo. Espino, calle Recreo #15-A […]… en la casa que está al lado derecho de la escuela del barrio Espino, de frente al parque de pelota. Casa de madera techada de cinc y piso de concreto. Al lado este tiene dos persianas y colinda con la escuela. Al lado norte tiene ½ balcón, una puerta y dos persianas. Al lado oeste tiene tres persianas y al lado sur tiene puerta y una persiana. Vo. Bo. Tnte. César Soto 7-1402, Jefe Unidad de Inteligencia. Y toda una cronología de piquetes, repartición de boletines, mis visitas a la entonces Pizzería de Roberto Aponte Toro, las reuniones en su oficina-residencia, fotos, amigos, entrevistas a vecinos, maestros, familiares, y hasta los días de vigilia frente al Oso Blanco mientras Rubén Berríos y los demás compañeros estuvieron presos por lo de Culebra (y algunas tarjetas, fotos mías frente a la Escuela Superior, y una nota que dice: la otra carpeta fue destruida).
Cuando nací ya era legendario el independentismo del tío. Por ello quiero contarles algo de él, aunque ya mencioné algunas cosas en Señal de primavera. “Perdimos el horizonte, no había rumbo, se nos fue cerrando el camino. Yo me mantuve hasta unos meses antes de las elecciones del 1964. Muchos estábamos cansados, agotados. Yo había perdido la esperanza, no hubo triunfos, ni a la familia era fácil explicarle el porqué seguir, no comprendían, se les hacía imposible comprender; vivíamos padeciendo aquella miseria, aquella agonía y era...prolongarla ó... No tuve otra salida”, recuerdo me dijo aquella tarde buscando el cielo con su mirada. Y hago énfasis en esto hoy, luego de la extraordinaria charla que diera Dennis, porque lo mismo sucedió a miles de hermanos puertorriqueños. En el último folio de su carpeta un agente de la policía escribió: “El 13 de septiembre de 1964, el pasado candidato a alcalde por el Partido Independentista Puertorriqueño, el señor Emilio Vargas Gerena, hace su ingreso a las filas del Partido Popular siendo presentado por el alcalde del municipio de Añasco, Agapito Crespo, en un mitin que contó con la presencia del gobernador, Luis Muñoz Marín”. La persecución y presión constante logró convertirse en razón para tragarse la voluntad de un hombre que luchó con pasión. Él mismo lo ha dicho: desde aquel día el automóvil que siempre me seguía se perdió de vista y el empleo ya no fue problema. Años más tarde llegó a ser el Director de Obras Públicas del Municipio de Añasco. En su carpeta, testimonio escrito de años de persecución, pude leer informes de los agentes que hicieron de su vida una dura y cruel batalla por sobrevivir. Como diríamos en el barrio: “le hicieron la vida de cuadritos, pana”. La preparación de expedientes de independentistas, esas llamadas Carpetas de Subversivos donde el gobierno de Puerto Rico cultivó la práctica de recopilar, almacenar información y documentar la vida pública y privada de individuos, del Partido Independentista Puertorriqueño desde su fundación, de grupos y organizaciones sindicales, culturales, estudiantiles o cualesquiera otros vinculados con el movimiento independentista, fueron por décadas engordadas a través de agentes de la policía e informantes pagados o gratuitos. Y como resultado de esta infame práctica se privó a miles de independentistas puertorriqueños de oportunidades de empleo y estudio, se justificaron arrestos ilegales, se criminalizó la lucha por la independencia y estigmatizó a muchos causando daños imposibles de contabilizar o subsanar. Y el Negociado Federal de Investigaciones (FBI) llevó a cabo la misma práctica de recopilación y vigilancia (desde el reclutamiento de informantes hasta la propagación de falsedades y la interferencia en procesos plebiscitarios y electorales). Todavía existen en manos federales documentos que prueban una mayor intervención del FBI y otras agencias federales de seguridad e inteligencia en actividades diseñadas para interferir y socavar los intentos de autodeterminación e independencia del pueblo de Puerto Rico. Más aún, se sabe que conservan copias de carpetas preparadas por la policía de Puerto Rico. Y es oportuno dejar claro que el proceso de admisión y rectificación reciente en los tribunales de la isla no estará completo sin la inclusión de los cómplices e instigadores históricos: las autoridades federales; gran parte de la historia de la inmisericorde persecución política al independentismo puertorriqueño queda por develar.
El efecto demoledor, las consecuencias de esta persecución, especialmente en poblaciones como la añasqueña, en vecindades rurales como mi barrio Espino, espero sean algún día analizadas con la rigurosidad científica que amerita. Y quizá pueda el pueblo en general conocer entonces en toda su magnitud del extraordinario valor y desprendimiento de quienes toda una vida predicaron por sus calles la libertad, la independencia de Puerto Rico.
Caricatura de Muñoz Marín por Filardi.
Publicado por el periódico El Mundo
a mediados de 1948, año en que se
aprobó la Ley de la Mordaza y el
PIP se aprestaba a participar en sus
primeras elecciones.
Publicado por el periódico El Mundo
a mediados de 1948, año en que se
aprobó la Ley de la Mordaza y el
PIP se aprestaba a participar en sus
primeras elecciones.
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