Adolfo Bioy Casares (La invención de Morel)
De entre todas nuestras relaciones hay una que siempre será especial, no importa cómo termine. No se si alguna vez le habrá pasado a alguno de ustedes. Y cuando se comenzó a andar temprano en la vida en el mundo de los bares se establece algo así como una relación místico-religiosa… aunque haya terminado. El diario vivir pavonea argumentos insondables en sus varios campos de batalla. En este podrías encontrar entre arrodillados implorantes, el estoicismo de algunos vencidos, la desgracia de los caídos sin remedio o en quienes sólo vienen por unas copas y ven en la atmósfera que les rodea la misma vieja película con nuevos actores, o el triunfal jadeo de mequetrefes montados por hilarantes amazonas, la argumentación que más se ajuste a tu particular visión de las cosas. Yo no ando tras argumentaciones. A mi me gusta este bar. Estoy aquí recordando, me empeño en sustraer de las horas un vuelo sin prisas por el laberinto del tiempo. Y tu recuerdo lo arropa todo… mujer. ¡De que manera me vi metido de lleno en tu historia! Hace años ya. Muchos. Demasiados quizá. La noche que me asomé a tu vida lloviznaba y me acuerdo que de camino al bar las calles estaban vacías, solos mi sombra y yo a la intemperie, apretando el paso. Hasta llegar al Club Ironía, este bar. Una vez al interior el reloj perdió el sentido, aquí la noche marcha a otro ritmo. Yo saboreaba tres dedos de güisqui (la medida de cada trago) en un punto de hielo cuando te vi surgir. El ruido de las voces, los cuerpos que amenazaban con dejarse ver en toda su desnudez, las luces juguetonas sobre las rústicas paredes, tan imprescindibles al parecer en la cultura de estos lugares, el humo de cigarros, la música de las guitarras, el piano y el saxo, discretamente iban siendo apartados a tu paso. Llevabas las manos en los bolsillos. Caminabas hacia el mostrador sin turbación alguna, escandalosamente serena. Tu curvilínea figura se adivinaba bajo el abrigo y te recorrí toda hasta llegar a tus ojos que ya me miraban y atestiguaron la turbación de saberme descubierto. Fui a desviar la mirada quien sabe a dónde y no pude… No logré resistirme al oscuro gobierno de las pasiones, al instinto animal de poseer al otro que los humanos nos empeñamos llamar deseo. En adelante hicimos de aquel reto punto de encuentro. Una vez tras el mostrador colgaste tu abrigo. Y fue total tu entrega al trabajo. ¡Qué bien conocías el oficio! Tras el arte de servir los tragos la sonrisa sugerida, enmarcada por el rojo carmín en tus labios, artificio para largas conversaciones y desvelos del alma. Otras gracias a expensas de la imaginación, “Quien pecho abarca loco aprieta” (Intensidad, de Benedetti). Pero…, siempre hay un pero, aún en historias como esta, …desapareciste. Y aunque no se que será de ti, confieso te miro en todas. El lugar me hace extrañarte, era nuestro punto de encuentro. Algunos fantasmas siguen aquí. Y de cuando en cuando regreso a su encuentro con la esperanza de… Cada bocanada un sin fin de utopías y una vitalidad física que pensaba no tendría fin (hoy el tipo al otro lado del espejo parece meteorólogo anunciando un frente frío estacionario). Cada trago ríos de caricias. Un mar de pasiones y confesiones que me llevaré conmigo.
Empieza a amanecer. Llovizna. La niebla mantiene encendidas las luces de la calle. Y me pregunto: ¿Me quedo en la cama soñando? ¿Me voy al Club Ironía?
Vídeo de fondo:
Sabina & Serrat - 17, 19 y 500 noches
PD. “Sería pérfido suponer –si un día llegaran a faltar las imágenes- que yo las he destruido. Al contrario: mi propósito es salvarlas...” (de La invención de Morel)
"Fui a desviar la mirada quien sabe a dónde y no pude… No logré resistirme al oscuro gobierno de las pasiones, al instinto animal de poseer al otro que los humanos nos empeñamos llamar deseo. En adelante hicimos de aquel reto punto de encuentro." me encanta!
ResponderEliminary me encanta la canción
Éxito !
Querida Sybelle, agradecido por el detalle. Me alegra te gustara. Es una historia que continuaré, rondan muchos fantasmas por ese bar, fantasmas dificiles de olvidar, no lo permiten... Se aparecen, flotan entre humo de cigarros, olores de variadas bebidas, perfume de mujer... Un abrazo.
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